jueves, 30 de octubre de 2014

La dedicatoria infinita.

Esta historia puede parecer periférica a la gran literatura pero teniendo en cuenta que la mayoría de escritores se nutren de sus conflictos vitales, de sus contradicciones personales, en definitiva de su día a día, creo que las dos vidas que aquí se entrecruzan son más que significativas para entender la gestación de una obra literaria.
Habitualmente estas historias están protagonizadas por un gran hombre -no importa si destaca en el arte, los negocios o la ciencia- y su esposa; ella suele ser también una gran mujer pero que permanece en la sombra, sin ser reconocida su implicación o sus méritos. Pues bien, este caso es algo diferente porque si bien él es el autor reconocido internacionalmente, poseedor de premios y menciones, ella -al menos en el ámbito británico- fue una reputada agente literaria. Estoy hablando del escritor Julian Barnes y su esposa Pat Kavanagh.

Pat Kavanagh llegó desde su Sudáfrica natal al Londres de los 60 y tras hacer pinitos como actriz encontró su camino en el mundo editorial. Aprendió el oficio y pronto destacó por su carácter firme  y por el trato directo a la vez que conciliador con sus autores, tuvo en nómina a firmas como Ruth Rendell, Robert Harris, Martin Amis y por supuesto Julian Barnes.

La pareja se conoció  en 1978 y se casaron al año siguiente. Barnes todavía no había publicado, fue en 1980 cuando se dio a conocer con "Metrolandia", sospecho que el empuje de su mujer tendría algo que ver. Unos años más tarde alcanzó la consagración con una de sus novelas más conocidas "El loro de Flaubert" (1984). Para ellos fueron "los felices ochenta", triunfaban en sus respectivas disciplinas y la vida les sonreía, sin embargo un par de sacudidas inesperadas vinieron a enturbiar su relación, ambas relacionadas con el trabajo de Pat.
La cercanía con que Pat trataba a sus autores derivó en una relación amorosa con una de sus clientes, la escritora británica Jeanette Wintersun, por quien llegó a dejar a su marido. Wintersun plasmó su experiencia amorosa en la novela "La pasión". Kavanagh regresó junto a su esposo al cabo de un tiempo sin hacer ruido, tal como se marchó. Barnes también usó este episodio en novelas como "Hablando del asunto" o "Amor, etcétera",  las tramas se organizan en torno a triángulos amorosos, es decir, el clásico tema de la infidelidad en la literatura aquí vivido personalmente por el escritor. Como se ve, realidad y ficción van de la mano; un "affaire" estimuló el talento creativo tanto de Barnes como de Wintersun, bendito "affaire" diría yo.
El segundo episodio que trascendió también del ámbito privado fue otro abandono, en este caso en lo profesional. Martin Amis, amigo de Barnes desde la época universitaria, prescindió de los servicios de Kavanagh para fichar por Andrew Wylie, el superagente inglés apodado "el Chacal". Julian se lo tomó por la tremenda, sus desavenencias se hicieron públicas y durante un tiempo la ruptura  fue un bocado apetitoso para el sensacionalismo británico. Aquella amistad se rompió definitivamente y los dos escritores no volvieron a dirigirse la palabra.


Como en todas las historias pasaron los años, las cosas se calmaron y el matrimonio fue envejeciendo con sus altibajos hasta que en 2008 diagnosticaron a Pat  un tumor cerebral, murió 37 días después. Julian Barnes se sumergió en la desesperación más absoluta, según confesó estuvo a punto de suicidarse. Se rehizo y volvió a tomar la pluma para exorcizar todos sus demonios personales y dio a luz un libro catártico, "Niveles de vida". Es una obra breve donde salta del ensayo a la narración o las memorias, en sus páginas dio rienda suelta a su dolor con la intensidad que demuestra esta cita: "Tenía 32 años cuando la conocí. 62 cuando ella falleció. El corazón de mi vida; la vida de mi corazón."
Fue una pasión que duró media vida y como muestra podéis abrir cualquiera de sus libros y leer la dedicatoria, siempre es "A Pat", "Para Pat" o "A P.K."..., ella fue el combustible que alimentaba su quehacer literario y tras su muerte lo sigue siendo.
Todos los libros traducidos al español los podéis encontrar publicados por Anagrama; aunque tengo pendientes algunos por leer los que prefiero son "Amor, etcétera" y "Arthur y George", os recomiendo su lectura. De nada.