lunes, 25 de agosto de 2014

Las delirantes vidas de las hermanas Mitford.

Esta es una historia sorprendente y fascinante.
Sorprendente porque atañe a unas mujeres en la primera mitad del siglo XX. A las mujeres pocas veces se les ha permitido dejar huella en las páginas de la historia, de hecho estas vidas han quedado ocultas durante décadas  en nuestro ámbito hispano -en Inglaterra sus escándalos llenaron muchas páginas- hasta que una de esas magníficas editoriales de culto, Libros del Asteroide, ha decidido traducir y editar los libros de Nancy y Jessica Mitford.
Por otra parte es fascinante porque la vida de estas seis hermanas de la aristocracia británica que alcanzaron su esplendor en los años 30 y 40 fue extravagante y caótica codeándose con algunos de los personajes más influyentes de su época. Sus padres, pertenecientes a una familia de altos vuelos venida a menos poseían una imponente mansión donde decidieron educarlas a su modo (equitación, francés y piano 'of course') sin enviarlas a colegio alguno. Las pequeñas Mitford pasaron pues su infancia aisladas del mundo y desarrollando en la intimidad un carácter excéntrico y una lengua viperina que harían más tarde las delicias de la alta sociedad británica del periodo de entreguerras.  Para trazar una primera aproximación a lo que significaron estas mujeres os diré que se las conoció como 'Nancy la escritora', 'Pamela la aristócrata rural', 'Diana la fascista', 'Unity la nazi', 'Jessica la comunista' y 'Deborah la duquesa de Devonshire', la historia promete, ¿ no?


Por orden cronológico, la primera de la lista es Nancy (1904-1973). Escribió sobre todo ficción aunque también algún ensayo. Sus obras son parcialmente biográficas y sus personajes se mueven en los escenarios aristocráticos que ella conoce bien y a los que satiriza con pluma afilada. Su vida fue rocambolesca, como la de sus hermanas, se casó con un alcohólico pero acabó en brazos del jefe de gabinete del General de Gaulle instalando su residencia en Francia. De hecho en sus novelas se repite el modelo de aristócrata inglesa que cae rendida ante los encantos de un seductor francés...

La siguiente es Pamela (1907-1994) se casó con un rico heredero llamado Dereck Jackson, bisexual, fascista y científico. Fue un matrimonio de conveniencia, la segunda de las Mitford, enamorada de la vida rural y de la jinete italiana Giuditta Tommasi, se divorció al poco tiempo y pasó casi sesenta años  disfrutando de la vida campestre y de su compañera de hípica.

La tercera hermana es Diana (1910-2003). Era la belleza de la familia, se casó con el escritor Bryan Walter Guinness -heredero cervecero-, pero al poco dejó la cerveza negra por algo mucho más oscuro, Sir Oswald Mosley, líder de los camisas negras británicos. Se casaron en Alemania en casa de el ministro de propaganda Joseph Goebbels y en presencia del mismísimo Hitler.
Pasó 4 años y medio la cárcel por sus vínculos fascistas, tras ser liberados Diana y Mosley vivieron en París hasta su muerte sin renegar de su ideología.

La Mitford nazi es la cuarta hermana, se llamaba Unity (1914-1948). Fascinada por Adolf Hitler, la joven Unity  se comportó como una 'groupie' salvaje de los 'One Direction' pero a lo bestia, abandonó todo en Inglaterra y corrió a Berlin para estar junto al líder nazi con el que estaba obsesionada. En 1935 le conoció personalmente y  llegó a ser miembro de su entorno cercano. Cuando Inglaterra le declaró la guerra a Alemania decidió suicidarse  y en 1938 se pegó un tiro en la cabeza, vivió 10 años más con una bala alojada en el cráneo.

Jessica Mitford (1917-1996) es la quinta en discordia. Fue la más rebelde, a los 19 años huyó con su primo Esmond -sobrino de Winston Churchill- a España en plena Guerra Civil a luchar junto a las Brigadas Internacionales. Parece que finalmente el ministerio de exteriores británico hubo de enviar un destructor a pescarlos en el puerto de Bermeo. Esmond murió en la guerra y Jessica, afiliada ya al partido comunista acabó en EEUU convertida en una periodista de renombre. Por supuesto papa Mitford ya la había desheredado por 'roja'.

Y para terminar la pequeña de las Mitford, Deborah (1920) la única que aún vive. La última de la saga fue la primera en seguir las enseñanzas de sus progenitores y comportarse como una aristócrata sin un mal escándalo que llevarse a la boca. Aún así se codeó con personajes como Lucian Freud y JFK. Se casó con el undécimo Duque de Devonshire.

Más allá de que algunas de las Mitford exhibieran comportamientos e idearios más que reprobables creo que a cualquier hijo de vecino impresiona lo extraordinario de que en una misma familia se diera tal conjunción de biografías excepcionales cuando la mayoría de nosotros pasamos de puntillas por el mundo. Y aún más teniendo en cuenta que eran mujeres y nacidas hace 100 años, es admirable que fueran capaces de sobreponerse a todos los convencionalismos y cortapisas de su época para rebelarse y vivir a su manera.


Nota: El 26 de septiembre de 2014  murió la última hermana, Deborah. Noticia publicada en El País

4 comentarios:

  1. Gran articulo. Mi hermana favorita seria Unity, la díscola Nazi. Estas mujeres vivieron su vida con libertad y osadía, a pesar de la ideología retorcida de algunas de ellas. Gran ejemplo para las mujeres de la época y claras representantes del feminismo de la primera ola. Nunca había oído nada de ellas y me ha encantado conocerlas. ;))

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    1. Gracias Columeta! Imagino que muchas más vidas de mujeres excepcionales como éstas habrán quedado eclipsadas por maridos, padres, curas, maestros, por la sociedad en general; esto ha ocurrido siempre y aunque en menor medida todavía lo sufrís.

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  2. Muy interesante tu entrada. No conocía a las Mitford hasta hace unos día atrás que leí sobre "Nobles y rebeldes" en el suplemento "Babelia".
    La idea que has tenido es muy buena y espero ya el próximo post que volverá a ser tan interesante como éste tratándose de un librero con tanta experiencia com tú.
    Felicidades por tu blog.
    Alfredo

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    1. Muchas gracias Alfredo, espero seguir por este camino y si interesa a personas como tú yo ya me doy por satisfecho.
      Un abrazo

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